Si pensabas que la corrupción era cosa del pasado, prepárate para un repaso sabroso al “Caso Koldo”, donde se mezclan mascarillas, coches de lujo, exnovias colocadas, tramas empresariales y giros argumentales que dejarían a Shonda Rhimes sin respiración. Y sí, todo empieza con un tal Koldo, pero esto se extiende más que un grupo de WhatsApp familiar en época de elecciones.
Érase una vez… Koldo García
Koldo García Izaguirre, alias “el asesor que nunca pasa desapercibido”, era la mano derecha del entonces ministro José Luis Ábalos. Lo que al principio parecía un currículum discreto, con experiencia sindical y poco más, resultó ser el epicentro de un terremoto político que sacude al PSOE hasta sus cimientos.
En plena pandemia, cuando todos buscábamos mascarillas como locos (y algunos usaban la misma por semanas), a Koldo le dio por meterse en el negocio. Pero no como vendedor ambulante, sino como presunto intermediario de contratos públicos millonarios. Según la investigación, se embolsaron comisiones ilegales a través de empresas pantalla que proveían mascarillas y pruebas PCR a gobiernos como el balear y el canario. Todo muy solidario… para sus bolsillos.
¿Quién más estaba en la fiesta?
Aquí empieza el desfile:
- José Luis Ábalos, exministro de Transportes, pasa de ser “peso pesado del Gobierno” a ser suspendido del PSOE y mandado al Grupo Mixto, como quien manda a su cuñado al rincón en Nochebuena. Dice ser inocente y que todo esto es una trampa. Spoiler: no es el único que dice eso.
- Víctor de Aldama, empresario con más contactos que un móvil robado, presuntamente se lucró con 6,6 millones de euros en contratos de mascarillas y hasta regaló un Audi Q7, supuestamente para Santos Cerdán (secretario de Organización del PSOE). Qué generoso el chico, ¿no?
- Isabel Pardo de Vera, expresidenta de Adif, también aparece en escena. ¿Su papel? Presuntamente implicada en la contratación de la exnovia de Ábalos, Jésica, quien cobró sueldazo sin haber pisado la oficina ni para fotocopiar.
- Jésica, sí, la ex del ministro, es la guinda del pastel. Colocada en empresas públicas, con sueldo y sin tareas, lo suyo era más contrato espiritual que laboral.
- Santos Cerdán, el «hombre de confianza» de Sánchez, aparece vinculado por la UCO en adjudicaciones a Acciona, e incluso en la gestión del coche de Aldama. Cuando le preguntan, responde: “No tengo brazos para tantas manos derechas”. Filosofía zen socialista, aparentemente.
Un escándalo que se expande como filtración en Moncloa
La historia se disparó en febrero de 2024 con una operación judicial que parecía un thriller de HBO. Detenciones, registros, informes de la Guardia Civil (UCO), y un PSOE que intenta contener el incendio mediático con cubos de notas de prensa.
El escándalo se vuelve aún más sabroso cuando Víctor de Aldama afirma haber tendido una trampa al partido y estar «dosificando pruebas». Como quien tiene un álbum de stickers exclusivo y no quiere enseñarlos todos de golpe.
Y por si faltaba drama: la UCO descubre conversaciones entre altos cargos, contratos adjudicados sin control, y relaciones personales enredadas como telenovela turca de sobremesa. ¿Conclusión? Hay conexiones con medio ministerio, empresas públicas, novias fantasma, y hasta grandes constructoras.
¿Y qué dice el PSOE?
El PSOE no se ha quedado callado, claro. Tras abrir expediente disciplinario a Ábalos (más rápido que para aprobar un presupuesto), se ha limitado a negar todo en bloque: «las acusaciones son falsas», «no hay trama», y «todo es una campaña de acoso».
Mientras tanto, los medios sueltan audios, la oposición grita “mafia de la rosa”, y los memes vuelan en X (antes Twitter).
¿Operación política o trama real digna de ‘La Casa de Papel’?
Aquí las opiniones se reparten como flyers en la puerta del metro:
- El Gobierno dice que esto es lawfare, una campaña judicial orquestada por la derecha, los medios y algún juez con mala leche.
- La oposición, con el PP a la cabeza, lo llama corrupción estructural, “mafias con carné del PSOE” y exige elecciones anticipadas.
- Los ciudadanos… pues ya sabes: unos ven Netflix, otros leen los autos judiciales, pero todos están hartos de que los políticos salgan más en tribunales que en el BOE.
¿Y ahora qué?
La investigación sigue. La declaración de Pardo de Vera se ha suspendido, el juez está más motivado que un youtuber en su primer directo, y la Fiscalía intenta ponerle cordura al caos. Pero hay muchos ingredientes abiertos:
- ¿Quién autorizó los contratos millonarios?
- ¿Qué sabía Ábalos y cuándo lo supo?
- ¿Por qué un Audi de lujo aparece en manos del partido?
- ¿Y por qué nadie vio trabajar a Jésica?
Todo esto puede terminar con condenas, dimisiones, o incluso algún nuevo partido político (por qué no, ya hay de todo).
Reflexión final: ¿Corrupción o teatro con subvención?
El Caso Koldo es la combinación perfecta de política, dinero, líos personales y escenografía institucional. ¿Un montaje? ¿Una red de corrupción profesional? ¿Un cúmulo de «coincidencias desafortunadas»? Sea lo que sea, el guion está lleno de frases memorables, escenas de tensión, y protagonistas que niegan más que un adolescente pillado en fiesta ilegal.
Y lo mejor: esto solo es el primer capítulo de una saga que incluye a la esposa del presidente, a su hermano, y a una “fontanera” política con audios dignos de película de espías.
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