El pasado 24 de mayo, la infanta Sofía, la benjamina de la Casa Real española, se graduó del Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College de Gales, ese internado que muchos llaman el «Hogwarts hippie» por su enfoque progresista y su castillo del siglo XII como campus. Así es, nuestra Sofía ha pasado los dos últimos años entre muros centenarios, estudiando con jóvenes de todo el mundo y exprimiendo cada gota de su juventud académica.
La ceremonia, conocida como “Leavers Celebration”, reunió a 195 estudiantes de 58 nacionalidades distintas. Una fiesta multicolor, multilingüe y multicultural en la que, cómo no, Sofía fue una de las estrellas del día. Acompañada por sus padres, los reyes Felipe VI y Letizia, la infanta recibió su diploma de manos del director del centro, Naheed Bardai, y de Jill Longson, presidenta del Comité de Gobierno del colegio. Su tutora le dedicó unas palabras que más de uno desearía oír en su LinkedIn: destacó su crecimiento personal, su perseverancia y su habilidad para ser ese tipo de persona que siempre apoya al resto. Vamos, que si Sofía no fuera infanta, seguro sería delegada de clase.
Pero vayamos a lo importante: el look. Porque una graduación sin análisis de estilismo no es noticia completa. Para la ocasión, Sofía se marcó un fashion statement con un mono rojo (sí, rojo pasión) que no dejó indiferente a nadie. Mientras las redes ardían con halagos y emojis de fuego, algunas expertas en protocolo levantaron la ceja. La periodista Patrycia Centeno, por ejemplo, lanzó una crítica algo irónica al diseño de la prenda, argumentando que no era del todo favorecedor. Aunque, seamos honestos, entre las emociones del día y el amor parental que flotaba en el ambiente, ese pequeño detalle quedó más que diluido.
Y hablando de amor parental, los Reyes estuvieron de lo más entregados. Felipe VI, en modo orgulloso hasta las cejas, no paraba de sonreír. Letizia, elegante como siempre, no quitaba ojo a su hija menor. Eso sí, hubo una gran ausente: la princesa Leonor, quien no pudo asistir debido a sus compromisos militares en Zaragoza. Pero la cosa no quedó en un silencio incómodo: la heredera al trono mandó un vídeo sorpresa que se proyectó durante la ceremonia. Un gesto que hizo emocionar a más de uno y que deja claro que, aunque estén siguiendo caminos distintos, las hermanas están unidas por un cariño que ni las academias militares ni los internados galeses pueden romper.

Y ahora que mencionamos “caminos distintos”, vamos al meollo: ¿qué será de Sofía ahora que ha terminado el colegio? Pues, aunque aún no hay confirmación oficial, se barajan varias opciones para su futuro académico. Lo que sí es seguro es que no seguirá los pasos militares de su hermana Leonor. En lugar de eso, todo apunta a que la infanta se inclinará por estudios universitarios en el extranjero, probablemente en alguna universidad de Estados Unidos. Suena con fuerza una institución ubicada en Washington, y se especula que sus intereses giran en torno a las relaciones internacionales y las disciplinas STEM (ya sabes, ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Sofía, geek y global.
Eso sí, este nuevo capítulo en su vida viene con galardón incluido. Al cumplir los 18 años el pasado 29 de abril, la infanta fue distinguida con la Gran Cruz de Isabel la Católica, una de esas condecoraciones que suenan a medalla de videojuego, pero que en realidad premian comportamientos civiles ejemplares y la promoción de buenas relaciones internacionales. Un detallito que no pasó desapercibido y que refuerza la imagen de una Sofía moderna, preparada y comprometida con su rol institucional, aunque no lleve uniforme militar ni tenga que desfilar.
En resumen: Sofía ha terminado una etapa que, aunque alejada de los focos del Palacio de la Zarzuela, ha sido clave para su formación y madurez. Con una educación marcada por la diversidad cultural, la independencia y el pensamiento crítico, la infanta se perfila como una figura importante en el futuro de la Casa Real, aunque desde un papel distinto al de su hermana. Con su propio estilo, sus propios intereses y ese halo de discreción y simpatía que tanto gusta, Sofía está lista para lo que venga.
Así que, querida Sofía, ¡felicidades por el diploma! Que vengan muchos logros más, y que el mono rojo quede para el recuerdo como el día en que te comiste el mundo (o, al menos, el castillo de Gales) con una sonrisa.
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